¿Realmente es tan importante la autoestima?

¿Qué parte cambiarías de tu cuerpo?

Si haces esta pregunta a un adulto, más de uno sacaría una lista kilométrica, dispuesto a contarte todos los defectillos que querría cambiar de su cuerpo: ojeras, michelines, altura, color de pelo… Pero, ¿te has parado a preguntar esto a un niño?

La importancia de la autoestima en el desarrollo de una persona puede parecer un aspecto secundario. Al fin y al cabo, todos conocemos a alguien que tiene la autoestima por los suelos y, como se suele decir “tampoco pasa nada”. Y es verdad.

Sin embargo, cada vez más expertos en psicología infantil y neuropsicólogos nos hablan de cuánto nos puede ayudar esta faceta a crecer. Al fin y al cabo, el ser humano ha sido creado para buscar la felicidad. Y eso, básicamente, consiste en sentirse único e irrepetible. Valioso y digno de amar y ser amado. Pero ¿puedo amar a otro si primero no me quiero a mí mismo?

El amor funciona como un boomerang

Quererse es necesario porque la vida es un don que se nos ha regalado y por tanto, debemos cuidarla respetando su grandeza y dignidad. Esta dignidad con la que nacemos es anterior a la relación con los demás, pero que se descubre gracias al encuentro amoroso con los otros.

Al final, una fuerza que comienza en nosotros, llega a los demás, y vuelve de nuevo a nosotros ¡¡multiplicada!!
El verdadero amor humano implica ponerme delante del otro, entregarme y buscar su bien. Por eso, es tan necesaria la aceptación de uno mismo, porque la ternura con la que nos miramos a nosotros mismos es la misma con la que miramos a los demás.

La ternura con la que nos miramos a nosotros mismos es la misma con la que miramos a los demás

Ayudar a tus hijos

El desarrollo de la autoestima comienza en el momento que nacemos así que, si eres papá o mamá, asegúrate de que le vas enseñando desde el principio cuáles son sus virtudes y también cuáles sus defectos. De forma realista, sin culpar ni tampoco engrandecer más de la cuenta. Pero, sobre todo, asegúrate que te hijo se siente amado. ¡Ojo! No lo quieres porque se porta bien o porque comparte con sus hermanos (aunque eso puede ayudar en momentos de locura en casa).

Lo quieres porque es Pablo, o porque es Lucía.

Y ya está.